El comedor escolar no está para enseñar a comer a tus hijos

La falta de tiempo, los trabajos con horarios imposibles, y las distancias que recorremos a diario se han convertido en unos de los motivos fundamentales por los que los niños terminan comiendo en los comedores escolares.

Los hábitos alimentarios se desarrollan en la infancia por lo que la educación nutricional es clave en esta etapa. No se trata de algo fácil y rápido, son muchos los padres que tienen problemas para que sus hijos coman fruta, verdura, legumbres, pescado… haciendo de muchas de las comidas batallas campales o en simplemente comidas de 2 o 3 horas a la espera de que tu hijo decida comer o no.

Sin embargo, los padres tienden a olvidar este tipo de circunstancias cuando sus hijos pisan un comedor escolar y exigen al centro que sus hijos lleguen a casa comidos cueste lo que cueste.

En primer lugar, me gustaría hacer referencia a la calidad de los menús y aunque lo trataremos de forma más amplia en otro post, quiero señalar que la falta de verduras, fruta fresca, abuso de precocinados y postres azucarados no lo convierten en el mejor lugar para que los niños aprendan lo que es una alimentación saludable ni atractiva.

No obstante, hoy me gustaría tratar porque los monitores del comedor no son los responsables de hacer que los niños coman y porque la responsabilidad de la hora de comida no debería recaer en ellos.

  1. Están desbordados

Piensa en tu hijo, en lo especial que es para comer, en lo poco que le gusta la ensalada, en que tiene problemas para coger la cuchara, en que tiende a distraerse, en que tiene alguna alergia… ahora multiplícalo por 15, 20, incluso 25 e imagina la situación. ¿Desquiciante verdad?

  1. Horarios establecidos

Ya hemos quedado en que tenemos 15 o 20 niños (si no son más), cada uno con sus propias particularidades, pero es que, además, hay un tiempo establecido para comer. Imaginemos que tienes 1 hora para conseguir que 20 niños coman, ignorando sus gustos, preferencias o su sensación de hambre. Sin olvidar, por supuesto, que puede haber varios turnos por lo que tienes que poner bandejas, recoger bandeja, limpiar mesas, recoger la basura… ¿De locos, no?

  1. No te conocen ni a ti ni a tus hijos

¿Qué alimentos son los que no le gustan a tu hijo? ¿Con cuales monta una escena? ¿Cuánto tarda en comer? ¿Qué ha desayunado o almorzado ese día? ¿Ha estado enfermo?

Como padre, puedes contestar sin pestañear a cualquiera de esas preguntas. Desde su nacimiento has estado con el mientras aprendía a comer, sabes que comidas le gustan y cuales no, en cuales está haciendo teatro, cuando de verdad no tiene hambre, cuando le pasa algo o cuando simplemente es que no quiere comer. También sabes que ceno el día anterior, que ha desayunado, que le has puesto de almuerzo y que va a merendar y a cenar esa noche. Ten en cuenta, que los monitores no cuentan con esa ventaja y que además sería imposible con el número de niños que hay por profesional.

  1. Y cuando no comen… ¿Qué deberían hacer los monitores?

Puede que tú, como padre, tengas una opinión clara al respecto “hay que obligarle a comer” o “déjalo, que haga lo que quiera”, pero… ¿Crees que con tu única opinión se puede hacer un criterio estándar que coincida con la del resto de padres? ¿Crees que es extrapolable a todos los niños del comedor? ¿Crees que aplicable para todos y cada uno de los días del año? ¿Entonces, que hacemos?

Todos los problemas del comedor escolar comienzan porque cada niño, como cada adulto tiene sus gustos, preferencias e incluso manías, y en los establecimientos no se puede dar un servicio personalizado. Entiendo la preocupación de los padres porque sus hijos no coman nada a medio día, pero como profesional en nutrición infantil, no comparto que se obligue a comer a los niños. Ni en el colegio, ni en casa. Si queremos crear buenos hábitos alimentarios tiene que ser un ambiente distendido, sin peleas, sin un tiempo establecido, con comida de calidad y atractiva para ellos, sin 100 niños más gritando a su alrededor y con adultos que puedan dedicarles toda su atención. Dicho esto, es más que evidente que el comedor no es el sitio más indicado para «pasarle» la responsabilidad de enseñar a comer.

  1. ¿Significa eso que tenemos que resignarnos a que no coman?

No, ni muchos menos. Lo padres deben preocuparse por la alimentación de sus hijos y están en su derecho de exigir que sea de calidad. Pero la solución no pasa por culpar a los monitores del comedor porque tu hijo se quede con hambre (ojo, que como en todos los campos habrá profesionales mejores y peores) sino en exigir a los colegios menús con una mejor calidad y un menor número de alumnos por monitor. Si el precio diario del comedor es alrededor de 5 euros diarios exige que ese dinero se destine exclusivamente a mejorar la calidad de ese servicio.

Los centros educativos son los responsables de asegurar la calidad de los comedores escolares, a través de menús atractivos y saludables, ya sea con catering o con cocina propia, y de contratar al personal suficiente para que la hora de la comida se desarrolle de la mejor manera posible y los niños no tengan motivos (más allá de sus propias particularidades) para rechazar el alimento. Por su parte, los monitores son los responsables de vigilar que la actividad se desarrolle sin incidencias, de ayudar a los más pequeños en lo que necesiten, de fomentar buenos hábitos (que nada tiene que ver con obligar a comer), y de ayudar a que disfruten de la experiencia.

En conclusión: El comedor escolar en su inmensa mayoría está formado por equipos excelentes de profesionales, con vocación y gusto por lo que hacen. Como concepto, es un lugar perfecto para que los niños coman de todo al mismo tiempo que se rodean de otros de su edad pero es importante señalar que: Es un lugar donde se deben fomentar buenos hábitos que pueden ayudar a solucionar muchos problemas de niños “malcomedores” pero no es, ni mucho menos, EL LUGAR donde se les tienen que enseñar a comer. A comer, se enseña en casa.

 

María Pérez – Nutriciónista

Dandelion Salud Alicante

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